La línea, ligera como la tinta, fluye invertebrada y serpenteante a través del espacio inmacualdo. Se expande libre, implacable, sencilla, discreta, vibrante, impertinente, sumando y restando, bajo la dirección de mis dedos, pero siempre a su antojo … sin quebrantos.
La mancha, densa como la tinta, que invade sin verguenza el espacio, con grandeza y dignidad, sabiendo de su dominancia, se posa sobre la nada y es cuando se convierte en elegante mariposa para revolotear por alguna de las paredes de tu casa.